sábado, abril 19, 2008

Día 11
Después de muchas dudas, lo hice. Estoy aquí, sólo, en un nuevo lugar, lleno de preguntas y de sentimientos hechos bola. Buenos, malos, qué más da. El momento de “crecer” ahora lo vivo día tras día. Es extraño llegar a casa y no encontrar las cosas que te hacían sentir seguro, todo es diferente, nuevo, raro . La cama es la misma, el sueño es distinto.

Me siento bien, pero a la vez tengo ese complejo hueco en la panza que aún no logro entender por qué está ahí, sé que es normal, pero ¿qué cosa es normal para alguien?
Éstos días han estado saturados de emociones, desde que llegué a mi nuevo hogar traté de ver las cosas de la mejor manera, extraño a mi mamá, extraño su comida, sus muestras de amor, su presencia, su sabiduría. También extraño a Fer y su personalidad desafiante, extraño llegar y ver a Pablo en el cuarto, callado, tranquilo. El olor de mi gata y su pelo gris. No hay día que no piense en mi casa, en mi calle, en mi espacio, que ahora ya no es mío.

Quisiera regresar, pero no me atrevería. Tal vez Tanya tenía razón cuando me dijo que no era el momento para dar el salto, pero no quise esperar. Estoy próximo a cumplir 25 años, evento que me llena de una enorme carga y me hace pensar que debo seguir así, creciendo, caminando y buscando mi yo.

A veces me cuesta trabajo entenderme, y por momentos lo dejo de hacer para ensimismarme en la rutina, en el trabajo, en los amigos, ahora que por fin estoy sólo me cuesta trabajo platicar conmigo mismo.

Vivir con miedo es vivir a medias, lo sé, no quiero tener miedo, quiero ser fuerte, no derramar temor, llenar mi espíritu de amor, de paz y de seguridad.

Los cambios hacen que las energías se muevan, que el mundo no deje de girar. El viernes mi mejor amiga se aleja de la ciudad para olvidar, para encontrar el no me acuerdo cerca del mar. Todos lo hemos hecho alguna vez.

¿Yo lo hice? ¿De qué quise huir? ¿Por qué me siento tan sólo? Hoy voy a llorar hasta que todo mi corazón se vacíe, hasta que me sienta limpio. Siempre lo he dicho, las lágrimas bañan el alma, mi alma necesita limpiarse, estar nueva, radiante para las cosas que le esperan.

Hoy más que nunca extraño. Extraño todo y a todos. Quiero volver, pero no lo haré. Hoy voy a llorar hasta limpiarme.

sábado, abril 05, 2008

La última noche
Estoy sentado frente a mi sala (la que hasta hoy será mía). Estoy esperando a que llegue la noche, no quiero ir a la cama, tengo miedo, estoy triste, emocionado, feliz, melancólico, nostálgico, efusivo, y por si fuera poco, pedo.

A veces quisiera no haber tomado la decisión, quisiera volver a tener seis años y soñar con una vida futura perfecta, con ser como mi papá, y tener una enorme casa con jardín. Tener esposa e hijos y un gato que caminara en nuestro tejado.

Las expectativas cambian, los sueños también, nuestro imaginario se va alimentando de muchas más cosas y al final llega el tiempo de quemar las naves.

Recuerdo que cuando salí de la secun, mi sueño dorado era vivir en un departamento amueblado a mi gusto, con mis cosas, mi espacio y mi esencia, soñaba con tener mi propio coche, mi vida llena de cosas hermosas y de gente que me hicera sentir bien. Desde siempre busqué elementos para no quedarme estancado, y aunque muchas veces lo hacía por comodidad o simplemente por no salir de mi zona de confort, al final de todo buscaba otros caminos. Los sueños infinitos cada vez crecieron más y se fueron transformando.

Hoy, a punto de cumplir 25, llego a uno de ellos. La independecia. Dejo mi casa con tristeza y con gusto, sé que voy a extrañar muchísimas cosas, mi mamá, mis hermanos, el lugar donde nací y jugué, donde crecí, caminé y tropecé, donde lloré y reí, donde formé mi yo, lo que soy ahora, gracias a cuatro personas que bien o mal han hecho de mí lo que soy ahora. Que me dieron poco, mucho y todo, que me vieron crecer y transformarme, que bien o mal siempre estuvieron ahí. Que compartieron conmigo todo y que nunca me dejaron caer. Estas cuatro personitas me han llenado de cosas buenas, y a ellos les debo todo, pero sobretodo a EL grande, EL que cada mañana se asoma entre las nubes y me hace ver lo enorme que es su amor, y que sin ÉL, nada de esto estaría pasando.

¿Me preguntas por qué me voy? Para aprender, para ser una mejor versión de ese pequeño niño que con su uniforme a cuadros corría a tus brazos para darte un beso enorme, porque llegó el momento de descubrir,de caminar y tropezar, de experimentar, de luchar, de llorar y darme cuenta de quién soy y lo que quiero ser. Sabes lo mucho que te amo y lo mucho que te agradezco por hacer de los tres, personas buenas al final de todo. Las lágrimas que ahora caen por mis mejillas sé que pronto se convertirán en triunfos que compartiré contigo y que hoy que dejo esta casa será sólo un paso más dentro de los muchos que estoy dispuesto a dar para trascender y ser infinito en el tiempo.

Goodbye sweet home...