miércoles, julio 25, 2007

Justo en estos momentos escucho el track: Yo no te pido la luna
Pero el original, el mero bueno, el de mi Daniela Romo de los 80. Y me está dando como que penita, ¡ay pero que ni se hagan! que en esta oficina secretarial a todo mundo le encanta.

Ayer se supone que íbamos a ir a una “inaugura” en el Arte Alameda pero cuál fue nuestra sorpresa que al llegar no había ni madres. Estaba cerrado. Ya como cinco minutos después llegó una ambulancia del Erum con Oasis de fondo. Y esa fue nuestra inaugura.

Lo bueno de todo éste asunto es que llegó un amigo de Mava llamado Nacho. Y francamente me gustó. Flaco, alto, cabello chino enmarañado, pandro y con voz de tonto. Pero eso fue lo de menos. (Nota: llevo tratando de construir una oración desde hace 10 minutos, pero tengo al lado a una señora ex trabajadora del Infonavit que no para de hablar, es amiga de Cristina, pero es to-tal-men-te insoportable que no deje a las personas hacer sus cosas, pinche vieja, qué chido que ella ya esté jubilada y no tenga nada qué hacer mas que vender Mary Kay y venir a perder el tiempo, pero habemos gente que al menos tenemos asuntos más importantes que escuchar sus aventuras de señora huevona. Oshhhhhhhhh que ya se largueeeeeeeee).

Ya se fue. Retomando el asunto de los chicos pandrosos que trabajan en Canal 22 y viven en Coyoacán. Pues sí, así es el tal Nacho. Y platicando con la Mava llegamos a la conclusión de que para andar con un chico así es necesario ser maldosos. O sea llenos de malitura diría mi mamá. Cosa que los dos no tenemos. O al menos no lo suficiente.

Porque seamos sinceros, a veces sí terminaré pedo, me gusta leer y de vez en cuando se me antoja un churrito, pero de eso, a no bañarme, leer La Jornada completa diario, desayunar Corn Flakes en un tazón sucio con un vaso de chela o cosas por el estilo que hacen “ese tipo de chicos” ps como que ya es mucho.

Así que por lo pronto seguirán siendo para mí un lejano sueño que tal vez algún día logre conseguir.

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