jueves, agosto 16, 2007

Quiero una bicicleta
Pero roja, de esas que son como antiguas y con parrilla en la parte de atrás, foco para cuando la use de noche y una campanita gay que suene cagado.

Me acuerdo que de niños, mis hermanos y yo tuvimos muchas bicis. Con parrilla, canastita para los mandados, Benottos, Barracudas y por supuesto Apaches; rojas, negras, blancas, azules… Mi favorita era una roja con blanco Barracuda, porque estaba como chiquita (o sea como pa’ mí) y el asiento era muy cómodo, no como una Benotto de mi hermano Pablo con el asiento de plástico rígido de esos que te joden el culo.

Los sábados solíamos ir a CU a andar en bici con mi papá. Nos fascinaba echarnos por las rampas enormes que están al ladito de rectoría. Pinches madres enormes, pero ahí estábamos aún y con la incertidumbre de romperte la geta si no calculabas bien los hoyitos al final de la rampa y te metías al surquito de las coladeras.

Ya después de estar harto rato en el divertimento regresábamos a casa cansadísimos a comer con mamá y a hacer pendejada y media para divertirnos. Lo de siempre, cosas de niños (“mocitos” para el macWord) que jamás se olvidan.

El refri de mi office es setenterísimo
Y mi jefa quería quitarle los colores y forrarlo de gris. Mente oficinística al fin de cuentas. Escurre agua horrible, por ratos huele mal, segurito ha de gastar ocho veces más luz que uno nuevo, pero simplemente es único. Cuando compre un refri usado desde luego que me robaré el concepto. Jijiji.

::Conservar la comida nunca tuvo tanto estilo ::

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